Meditabundo: Observando y deseando…

Por: Néstor Julio González Díaz

Como las noches marineras de lo interior me uno a lo exterior. La constelación de Orión se inclina al oeste, la luna cabalga en lo alto del cielo. La larga jornada en la vida ayuda discernir la claridad de observar la armonía de la creación. Solo existe una presencia y un poder, Dios.

De espalda a la naturaleza de hermandad el humano está en decadencia, los del poder no practican las reglas de la buena conducta, la Constitución y leyes son pisoteadas, no se imparte tratar igual a los iguales, se pierde la seguridad en sentido general. Parece que todo está perdido. Pero, los reclamos hacen brotar, germinar semillas de esperanzas. El tiempo es el gran confidente de la verdad, nada contrario a la moral queda borrado, oculto. Diría, algunos sienten el perfume de la virtud de patria.

Urge predicar con el ejemplo, ser uno mismo, el más disciplinado de todos, ser Duartiano, parpar que todo se está perdiendo con acciones que se van acumulando hasta levantar una montaña que nos atrapa en fracasos, pérdida del bienestar de la vida.

Muchos amores nos reclaman estar meditabundo, en cada orto vemos acciones que nos guían por rumbos diversos, caminar y vivir con más dificultades. No hay retiro, sentimos el torbellino interior y exterior, los vivos como primordiales, en sí, los hombres y sus quehaceres nos hacen ir a lo esencial, la virtud de patria que no permite la indiferencia, la vida nos conecta de inmediato con lo que se hace. Esta es nuestra realidad apegada a todo lo que es patria. Todos estamos relacionados bajo el mismo sol. El alma de la patria está en el Decálogo Duartiano. Si lo amamos y cumplimos la vida sería bienestar, la política dejaría de ser un bien para unos pocos y el gran mal para la mayoría.

Nuestros invitados. Sócrates: “No vale la pena vivir una existencia en donde no haya lugar para reflexión”. Confucio: “Aprendes a vivir y sabrás morir bien”. Las oxidantes neuronas llaman y recuerdan a papá, con este refrán de experiencias. “De aquellos lodos vienen estos lodos”. Se refería sobre la consecuencia de un error.

El autor es vicealmirante retirado de la Armada Dominicana


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